Te lo debía, y aunque había dicho Shot por toda la tardanza será un fic~ Tú NishiKato~!!
Disfrutlao mucho que enterito va para ti~
Arte de Engañar.
Cada día
regresaba más estresado, la vida de un abogado no es fácil, bien lo dijo mi
madre, que yo me metía en un lío al dedicarme a esto… “Como Idol sería todo más
fácil” solía decirme cada vez que podía tras haber dejado la Johnny’s poco
después de haber debutado con un grupo muy numeroso con el líder de los que
éramos Juniors. “El peor error de tu vida”… completaba.
Pero
pese a todo el trabajo yo estaba muy satisfecho de todo, tenía buenos amigos y
ganaba bastante bien. Así que no me importaba mucho la opinión de mi madre.
Al llegar
a casa me tumbé sin pensar mucho en el sofá, olvidando que llevaba un traje que
no debía arrugar y que tenía hambre… Sin embargo el cansancio era mucho; había
ganado un caso tras haber estado “peleando” por tres exhaustivos meses de no
dormir bien, viajar e investigar mucho, y aunque el jugoso cheque de mi
billetera lo compensaba en gran medida; el desgaste físico era inevitable… caí
dormido al poco rato de tumbarme ahí.
No sé cuánto
dormí pero cuando desperté ya era de día, más concretamente la tarde, “Vaya, al
parecer hoy falté al trabajo”, cosa que comprobé al ver los mensajes al
localizador que dejé en “vibrador” toda la noche. No importaba, merecía
descansar.
Pasé el
día como “amo de casa” le dediqué tiempo a arreglar mi casa, lavar ropa,
preparar y comer algo como se debe, hice limpieza y luego vi toda la tarde
películas pensando en que podría hacer con la buena cantidad de dinero que
había recibido en pago.
Cené un
poco de café y me fui a dormir tranquilo, había sido un buen y relajado día,
sin reclamos, ni llamadas, ni mensajes, ni cosa que se le parezca –Quizás a que
apagué el localizador, la portátil, el móvil y demás- que pueda molestar… O eso
pensé.
Alguien
en la noche llegó exigiendo que le abriera la puerta, a fuertes gritos y aún
más fuertes golpes a mi pobre entrada de la pequeña casa de la que disponía. No
quería levantarme hasta que los gritos se transformaron en gemidos y lloriqueos…
era un hombre ¿Qué querrá? ¿Por qué me buscaba a mí? Me dormí sin darle vueltas
al asunto.
Desperté
temprano y desayuné tras haber tomado una ducha, tenía tiempo, mi vida era
fácil… con ciertos problemas pero no tan graves como los creía mi madre; Todos
tenemos problemas, unos más grandes que otros pero siempre con solución. No
recordé de los golpes ni de esos gritos hasta que cerré la puerta de mi casa… y
no había rastro de nada ni nadie. Pensé que lo soñé y me fui a trabajar.
Papeleo,
unos cuantas firmas y nada más… Pese al estrés y pocas horas de sueño me
gustaba la actividad de “Pelear” en algún caso; más cuando llevas “Desventaja” así
es más satisfactorio ganar.
De
cualquier manera, el día transcurrió con normalidad y la secretaria sexy que
infinitas veces se negó a ayudarme o siquiera a hacerme caso, me ayudó gustosa
en lo poco que tenía que hacer: lo cual me puso inesperadamente feliz.
-Eso
sería todo por hoy, Kato-san.
-Gracias
por su ayuda, Kushieda-san, si usted hubiese salido más tarde.
Ella
sonrió y me preguntó si me podía acompañar a mi casa, a lo que con una sonrisa
de lado acepté. Estaban saliendo las cosas inesperadamente bien ese día, tanto
que olvidé el percance de la noche pasada. Kushieda-san me hizo acompañarla a
varias tiendas y luego tras cierto tiempo pasamos a una cafetería, cuando ahí
descubrí que estábamos en una cita. “Qué distraído” me dije sonriendo. Pese a
que ella me pidió que la dejase acompañarme a casa terminé siendo yo quien la
llevara a su casa.
-Hasta
mañana Kushieda-san
-Hasta
mañana, pero ya no me diga así… -Dijo de manera que no esperaba, casi anda
formal y hasta en extremo femenina y un poco infantil.
-¿Cómo
debería?
-Keiko
Se me
hizo extraño esa confianza, tal vez ahora ella notaba mi atractivo… Sin embargo
asentí pero le pedí que siguiera llamándome “Kato”. Todo perfecto, buen trabajo,
buena paga, y una secretaria hermosa me pretendía.
Me fui a
dormir y en la noche volví a oír los gritos… que cesaron como la noche pasada y
al día siguiente como si nada. Tres días más, fueron así… el cuarto día ya me dio
miedo y salí a ver:
-¿Quién
eres?
-¿Shige?
–Me dijo con voz llorosa-
-¿Quién
eres? –Repetí ahora un poco más temeroso… Me conocía, pero yo a él no.
-Sé que
no me recuerdas… Pero déjame quedarme contigo, sólo en ti puedo confiar…
-¿Ryo?
-Me
alegra que me recuerdes…
-¡Fuera
de aquí!
Cerré la
puerta, no dejaría que él se metiera en mi vida de nuevo. Más lamentos
incomodos, ahora gritaba mi nombre, ya era embarazoso, me fui a la cama,
deslizando la llave de la puerta de entrada por debajo de esta, una manta en el
sofá y subiendo corriendo a encerarme en mi habitación.
Me
arrepentiría estoy seguro.